Érase una vez...

... un chico que no sabía muy bien que subir a su nuevo blog, o mejor dicho, no sabía usarlo del todo bien, y por eso no subía ningún video de YouTube (motivo muy importante por el cual se había decidido a abrirse el blog), y entonces no le quedó mucho más que aunque sea improvisar, escribir algunas idioteces al principio y después dejar algo que sacó de por ahí.

Cuenta la leyenda que un tiempo después le tomó la mano, pero nadie sabe precisamente.



Miro cuanto corrieron las agujas del reloj
y caigo en cuenta del tiempo que pasé pensando en vos.
Se que seguir dentro de esta gran confusión
me llevará a perder la razón.

Imagino la balanza y sus dos extremos,
de un lado mis sentimientos, del otro los ajenos.
Y aunque se que por los primeros son por los que realmente peno
no puedo hacer que los otros influyan menos.

Entonces sigue la balanza encaprichada
dejando todo inmerso en la nada.
Entonces sigue la balanza encaprichada
corriendo las horas y nunca tarada.

Continuará...