miércoles, 9 de diciembre de 2009

Lágrimas esquivas

Había agua inundándome las pupilas.
Mis pestañas fueron la represa
que evitaron el desborde fatal.
Pero la ira sigue junta y contenida
y yo con una guerra en la cabeza,
dejando todo por poder llorar.

Por algo de ánimo, recibí la ira.
Entiendo y me da algo de pena,
¿pero cuánto se puede aguantar?
Paz es una palabra que está maldita,
y yo me siento marino de tormentas
peleando contra todo el altamar.

Algunos podrán arrancarme una sonrisa,
por suerte me rodea gente buena
que escucha mi mudo lagrimear.
Pero hoy me gambetea la alegría,
hoy me está bailando la tristeza,
y yo sigo sin poder llorar.

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