lunes, 28 de diciembre de 2009

jueves, 24 de diciembre de 2009

58 años después...

"No puede haber amor donde hay explotadores y explotados. No puede haber amor donde hay oligarquías dominantes llenas de privilegios y pueblos desposeídos y miserables. Porque nunca los explotadores pudieron ser ni sentirse hermanos de sus explotados y ninguna oligarquía pudo darse con ningún pueblo el abrazo sincero de la fraternidad. El día del amor y de la paz llegará cuando la justicia barra de la faz de la tierra a la raza de los explotadores y de los privilegiados...
Que haya una sola clase de hombres, los que trabajan;
que sean todos para uno y uno para todos;
que no exista ningún otro privilegio que el de los niños;
que nadie se sienta más de lo que es ni menos de los que puede ser;
que los gobiernos de las naciones hagan lo que los pueblos quieran;
que cada día los hombres sean menos pobres y
que todos seamos artífices del destino común."


Mensaje de Evita para la Navidad de 1951

sábado, 19 de diciembre de 2009

Tic Tac T.O.C.

Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Se mueven las agujas del reloj, se corren unas a otras en una carrera interminable. Suena la alarma y nada de radio y pum para arriba. Menos música alegre. Eso es quemar música, que una canción linda y vibrante te retrotraiga al espantoso momento de levantarte de la cama.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Infaltable mear apenas despegado de la catrera. Como buen niño pulcro, me lavo las manos y cierro BIEN FUERTE la canilla, por que una gotera puede torturarte todo el día con su tintinear, aunque estés a más de 25 km. de ella.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Cuando pintan tostadas en el desatuno (des-ayuno, o sea que uno rompe con el ayuno de la noche), la manteca, mermelada, dulce de leche, margarina, o lo que sea, tiene que ser sacada de manera prolija y pareja. Digamos que si abrís el pote y ves un agujero enorme en el dulce de higo, la sensación es espantosa. Hasta sentís que el propio tarro se queja de tamaña desprolijidad. El método apropiado es ir sacando primero de los bordes, acercándose al centro y procurando mantener la uniformidad en la superficie.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Antes de salir, saco al perro, procurando que haga sus necesidades en árboles distintos a los de la salida inmediatamente anterior. Después sí, encaro para el laburo, esquivando las diagonales imaginarias que cortan las veredas formando cuatro triángulos isóceles. Si piso alguna de esas diagonales, yo estoy convencido de que pasa algo malo. O ese día va a ser pesado, o voy a perder un subte, o muere una especie de mosquito particular de Nigeria.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Bajo al subte deslizando mi mano derecha por la baranda. Después tengo que frotar la izquierda por que si no empieza a tener una sensación extraña y me vienen como puntaditas en la palma. Cuando termino de frotarme las manos tengo la costumbre de hacerme sonar los pulgares. En el andén, pegado a la fosa por donde avanza el tren, hay unas baldozas con puntos que sobresalen a modo de textura, en señal de alerta para los pies de los pasajeros, indicando que no avancen más. Importantísimo pisar esas baldozas cuatro veces, primero con un pie, luego dos veces con el otro, y finalmente con el primero. En este caso es indiferente cual pie va primero, no así a la hora de ponerse el calzado: ahí, primero el izquierdo.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Cuando llego a Plaza de Mayo, salgo por la salida que desemboca a la izquierda de la Casa Rosada. Normalmente paso por los molinetes de madera, rápido por que siempre pienso que el barrote de atrás me va a pegar en el culo.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Empiezo a caminar para la zona de Puerto Madero, donde trabajo. Tengo que cruzar el puente de Macacha Güemes (continuación de la calle Perón). El que conoce ese puente sabe que la senda por donde deben cruzar los peatones son unos tablones de madera sostenidos por unas vigas del orto. Mirás para abajo y ves el río, los pescaditos invitándote a una fiesta, un cocodrilo hablando en secreto con un tiburón planeando cómo comerte mejor, etcétera. En fin, ayudado por mi vértigo, ese puente de mierda me da una desconfianza del carajo. Entonces cruzo de una por la calle, lo más pegadito posible a la parte peatonal, como para evitar mirar para abajo y encontrar tal panorama desolador y desesperante.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Una vez cruzado el puente del demonio, caminando por el malecón Pierina Dealessi, los baldozones tienen un formato tan particular que uno da por cada baldozón una determinada cantidad exacta de pasos, siguiendo un ritmo armonioso durante esas últimas cuatro cuadras que me separan del trabajo. El ritmo es simple: los primeros dos baldozónes alcanzan para tres pasos, el tercero dos pasos, nuevamente dos baldozones de tres pasos, tres de dos pasos, uno de uno, dos de dos, uno de uno, y reiniciando la serie con dos baldozones de tres. Traducido: 3,3,2,3,3,2,2,2,1,2,2,1,3,3,2, y así sucesivamente.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Entro, dejo la mochila en el piso debajo del escritorio (siempre con la parte de las mangas de la mochila mirando hacia el frente) y acomodo todo lo que hay arriba del escritorio. Si yo falté el día anterior, o si me fui más temprano, siento que la mesa es un quilombo, aunque no lo sea. Entonces: los sobres mirando para el frente, paralelos a los bordes de la mesa (aproximado, tampoco cacho regla y escuadra), y, particularmente con mis trámites, acomodando uno arriba del otro, ya pensando en el orden de efectuación (¡Qué palabra!).
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Al igual que cuando saco al perro, cuando salgo a cadetear (sí, no flasheen nada groso sólo por que laburo en Puerto Madero) procuro hacer un camino distinto al del día anterior, como para no aburrirme. Y, a menos que el lugar sea muy lejos, o que me venga un terrible ataque de paja (lo cual está siempre contemplado), evito los bondis, por que ya sé el camino que van a hacer, y me hace sentir que es todo muy rutinario... que efectivamente lo es. Yo lo hago así, y orgulloso me pongo por momentos de mis estructuras.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Es obvio que por mi tipo de trabajo entro y salgo todo el tiempo de distintos edificios, equipados con distintos ascensores. Me resulta bochornoso que el botón del ascensor no sea botón, si no esa chapita que activa apenas la tocás. No, malísimo. Los botones tienen que ser bien apretables, que se escuche claramente el "click" al tocar. Y si son bien luminosos mejor.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Así pasa el día de laburo y la vuelta a casa, entre tanto delirio de simetría y pisadas palíndromo. Vuelvo una vez más en el subte, mismo proceder a la mañana, aunque más despierto. Bah, despierto. Yo siento que realmente me despierto cuando estoy por cruzar el puente. Cuando voy llegando a la puerta de mi edificio, hago un examen de mi alrededor, buscando evitar cruzarme con algún vecino que salte con esas charlas estúpidas e incómodas de ascensor. Entro al departamento, mi perro hermoso me saluda feliz, le doy de comer,y probablemente prenda dos segundos la tele a ver un poco de "Visión 7" o "6,7,8", depende la hora. Infaltable control del volumen, que debe encontrarse en número par. El único impar aceptable es el 5, por que está en el medio y no jode tanto. Es más, tener el volumen en 25 por momentos me resulta más gratificante que tenerlo en 28.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
A determinada altura de la noche ya tengo un hambre que me podría comer un dinosaurio (¡y vivo!). La particularidad a la hora de comer es que no suelo mezclar la comida en sí con la guarnición, en caso de que haya, a menos que sea milanesa con puré, a la cual sí, por cada pedacito de milanesa adjunto uno de puré. Si no, primero la milanesa y después la papa frita, primero el vacío y después la ensalada de lechuga y tomate. Comer prolijo también es muy importante. Inclusive he llegado a comer los mostacholes tricolor sin mezclar los colores. Primero los amarillos, después los verdes, por último los naranjas.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Vuelvo a sacar al perro, recordando cambiar respecto a la salida de la mañana. Cuando vuelvo, me baño, siguiendo el orden: primero me pongo el shampoo, pero lo dejo sin enjuagar. Antes me enjabono, empezando por el brazo izquierdo, después el derecho, después el pecho y la panza, luego las piernas (no empiezo por ninguna en especial), después las axilas, y ahí sí me enjuago primero el cuerpo y después la cabeza. Le toca el turno al acondicionador, que mientras lo dejo haciendo efecto sobre mi hermosa cabellera, me lavo mis partes íntimas.
Tic, tac, tic, tac, tic, tac...
Me preparo la ropa para el día siguiente, por que si tuviese que hacerlo apenas me levanto de la cama, no entendería nada, no sabría que ponerme, y sería capaz de ir a trabajar en pantuflas y smoking, con dos medios de distinto color. Hago el control general, verifico que la alarma esté en funcionamiento, cuento hasta cuatro (celular, plata, documentos, llave), y me voy a dormir. Aunque la verdad que siempre tardo en conciliar el sueño por que me quedo pensando, me voy por las ramas, y...
Tic, tac, tic, tac, tic, tac... T.O.C.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Llenos totales

Vélez Campeón vs. "B"uracán, final del Clausura '09, en el Amalfitani






Acto del 15-12-09 en el Amalfitani






Coinciden las grandes mentiras de la prensa:
Huracán es amargo, no puso huevos, y terminó perdiendo como el partido lo ameritaba. No fue el equipo del pueblo, no fue el Milan de Capello ni el Barcelona de Guardiola, no se lo recordará por la eternidad, ni nada de eso.

Esas dotes de convocatoria que pretenden darle a los actos de las patronales son puro chamuyo. Convocatoria de verdad se ve en actos como el del 15-12. Nacionales y Populares. ¡Con el chori y la coca a pleno papá!
Aunque con bombos y platillos anuncies 20.000 en los actos de las patronales (fueron 6.000), y con miedo, rencor y envidia 45.000 en el acto de Camioneros en apoyo al Gobierno (fueron 65.000 mínimo), algún día tu mentirita dejará de ser aceptada por todos como la verdad.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Lágrimas esquivas

Había agua inundándome las pupilas.
Mis pestañas fueron la represa
que evitaron el desborde fatal.
Pero la ira sigue junta y contenida
y yo con una guerra en la cabeza,
dejando todo por poder llorar.

Por algo de ánimo, recibí la ira.
Entiendo y me da algo de pena,
¿pero cuánto se puede aguantar?
Paz es una palabra que está maldita,
y yo me siento marino de tormentas
peleando contra todo el altamar.

Algunos podrán arrancarme una sonrisa,
por suerte me rodea gente buena
que escucha mi mudo lagrimear.
Pero hoy me gambetea la alegría,
hoy me está bailando la tristeza,
y yo sigo sin poder llorar.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Milagritos y los calesiteros

Las vi desde lejos, sentado en un banco cualquiera de una plaza cualquiera. Sus ojitos dulces, tiernos y perdidos se volvían locos mirando la calesita. La madre, tan joven y tan vieja (o avejentada), apenas forzaba una sonrisa, sosteniendo a su hijita, loca por probar el juego de plaza. Me enteraron de que la beba se llamaba Milagros. Milagritos me sonó más simpático.
La mamá de Milagritos hablaba con el calesitero. Más feliz que antes, compró un boleto y dejó a Milagritos en la calesita, sentada en el caballito. O mejor dicho, el corcel, más digno de una princesita.
En la primer vuelta Milagritos veía los adultos de fuera de la calesita; les sonreía, sin entenderlos mucho. Cuando en su ángulo de vista entró su madre, ella seguía hablando con el calesitero que, distraído en la charla, ni le ofreció la sortija. No llegó a comprenderlo, pero tampoco llegó a importarle, por que quería otra vuelta. La mamá, mientras, se despedía del primer calesitero, al que se le había finalizado el horario de trabajo. Vino el segundo calesitero, y también le dio buena charla a la madre. Con buenas intenciones, le regaló una segunda vuelta a Milagritos. Esta vez, la vuelta iba a ser en el cochecito, menos glamouroso, pero con la impresión de darle más vértigo al giro incansable de la calesita.
La gente que la miraba de afuera ahora era otra, pocas caras conocidas, todas muy difusas. Una vez más, volvió a ver a su mamá conversando interesada con el nuevo calesitero. Otra vez, la sortija volvió a escapar de sus manos indefensas. Algo apenada, vio como el segundo calesitero se iba sin mediar palabra, dejando a Milagritos sin sortija y a la mamá con una lágrima caminándole la mejilla. Automáticamente llegó un tercer calesitero, al que la mamá le compró desesperada un boleto, con expectativas de que por fin Milagritos consiga su sortija. Era el turno del banco de plaza.
Ahí se quedó Milagritos, sentada, aburrida, angustiada e impaciente de su sortija. La calesita dejó de detenerse a cada vuelta, y en cada nuevo giro aparecía un nuevo calesitero junto a su madre, mostrando la sortija, pero esquivándole las manos.
Después de muchas vueltas, Milagritos se cansó y saltó fuera de la calesita, cayendo justo junto a su madre, ya no tan joven, y cada vez más avejentada. Milagritos la abrazó fuerte y con mucho orgullo. Pero todavía el mundo le gira, gira y gira.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Poema palindrómico

Yo amad a la dama, ¡oy!
A mí me mima,
luz azul,
ojo rojo.

A tu ruta
atino, bonita.
Ese bello sol le bese,
amo la pacífica paloma.

La ruta nos aportó otro paso natural:
atar a la rata.
¡Ya! ¡Atar al roedor y rodear a la rata! ¡Ay!
A ti no, bonita.

Se es o no se es,
somos o no somos.
Sé verla al revés,
sé verla del revés.

Yo de todo te doy,
yo dono rosas, oro no doy.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Dos palabras

Dos palabras que borren
la mierda y la impotencia,
las lágrimas y la impaciencia.

Dos palabras que borren
los puñales en mis orejas,
las rejas que me rodean.

Dos palabras que borren
esta cuerda que aprieta
mi corazón y mi cabeza.

Dos palabras que borren
lo que adorna el vacío
y el bajón entrometido.

Dos palabras que borren
palabras mal utilizadas,
hirientes y depravadas.

Dos palabras que borren
este momento que me embiste.
Las dos palabras que me diste.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Jueguetes satánicos

Se impuso resolver el crimen a como diera lugar. Loco, desenfrenado, salió a buscar pistas. Vaya uno a saber por qué, las encontró bien cerca.
Una parva de juguetes destrozados, bien a la vista, rodeados por las piedras de un cantero, daban crudos gemidos de agonía, movimientos imperceptibles invitando al martirio. El detective tomó el cierre de su mochila con la mano derecha, deslizándolo hacia su izquierda para dejar el bolso abierto. Luego, metió los juguetes lastimosos y se echó a caminar, ya en búsqueda de pistas definitivas que lo hicieran dar con el paradero del cuerpo. Puro instinto, ni una conjetura.
Cuando pasó por la puerta del puterío le entró una punzada en la cabeza, algo que lo hizo reaccionar y pensar, o tener la seguridad, de que algo útil iba a encontrar. Enfrentó al patova de la puerta y, sin prestarle mucha atención, pagó la entrada. Pidió una cerveza en la barra y se sentó a mirar a todo y a todas. Los otros dos clientes le pasaron desapercibidos; sabía que si algo pasaba, eso tendría que ver con alguna de las chicas del boliche. Al segundo trago, una chica se le sentó y comenzó a hablarle. Pero ni le prestó atención. Toda su mente daba vueltas alrededor de los muñecos, todas las pupilas para ellos, que reaccionaron como muñecos: quietos, con la mirada vacía que no parecían tener cuando los encontró. Como cualquier juguete: ahí.
Sin mediar muchas más palabras, terminó en un cuarto con la muchacha, desnudos ambos, a puro sexo mudo. Cuando el vendaval pasó, se quedaron tirados en la cama, abrazados y fumando, hasta que empezaron a hablar de la vida, de los idas y vueltas. Él le comentó de su búsqueda, y ella se apiadó. Tanta fue la comprensión que, contra todas las reglas de puta que mantenían inertes a los juguetes, lo besó. Y lo siguió besando, y las cosas empezaron a revolverse en los estómagos de sus cuerpos cada vez más adultos e inocentes. Hasta que la mochila crujió, como un trueno que rompe en la noche en pleno sueño, despertándote de la fantasía de la imaginación del dormir soñando.
Los juguetes salieron enfurecidos, con rostros mefistofélicos y manos amenazantes. Ante la mirada atónita y la imposibilidad de acción de él, un grupo de los nuevos diablitos tomaron a la chica. Le comieron los ojos, le arrancaron los dientes y se los clavaron en sus propias muñecas, le cortaron los labios, las yemas de los dedos, y la dejaron con vida hasta que ya no hubo más sangre que alimentara de vida lo poco que quedaba de cuerpo en esa cama. Mientras tanto, el otro grupo diabólico tomaba la cartera de la chica y destrozaba toda evidencia que pueda traer un recuerdo. Engullieron su documento, tiraron por el inodoro un frasco de perfume que ella usaba todos los días y arrancaron página a página del libro que llevaba para no aburrirse en los largos viajes en colectivo. Cuando no quedó más rastro de la mujer, le apuntaron a él. El llanto lastimoso fue al unísono, más fuerte y agudo que el de hacia un tiempo. Las lágrimas les caían de los ojos como manguerazos, y arrastrádose como los lisiados que no daban la sensación de ser hasta hacía instantes, se le fueron acercando y tomando todo su cuerpo. Dos llegaron y se le posaron cerca de sus orejas, perforando los tímpanos con los gritos. Otro se encargó de abrazarle el pene y aislarlo del mundo. Los demás se encargaron de tomarlo de los pies y un último acomodaba la mochila. En cuestión de segundos lo habían logrado meter en la mochila. Luego fueron entrando ellos, uno a uno, hasta que el último tomó el cierre, y con su mano lo deslizó hacia la derecha para dejar el bolso cerrado.
Salió a un callejón desierto. Lo único que llamaba la atención era ese dibujo en el piso, hecho con tiza, y formando el perfecto contorno de un cuerpo humano despatarrado. Ante la mirada atenta de los juguetes, comenzó a dar pasos lentos, retumbantes, imprecisos, hasta llegar al dibujo. Se agachó para verlo con más detalle. Posó su mano derecha sobre la pintada en el asfalto, y para su sorpresa y resquemor, coincidían perfectamente. Cualquier mano podía coincidir, pero entre tanto instinto, él supo que esa era su mano reflejada en un espejo de brea. Con una vaga esperanza de que la mano izquierda no le diera la razón, también la acercó al suelo. Era lo previsible: coincidencia perfecta. No sin lágrimas en los ojos, pero sí con una pasividad atemorizante, apoyó su oreja en el piso, haciendo coincidir su cabeza con la de la silueta de tiza. Luego vino el pecho, la cadera, las piernas y los pies, todo hasta dejar acomodados y en sintonía el cuerpo dibujado y el de carne y hueso.
Derramó las últimas gotas por sus ojos ya sin sueños, se dejó rodear por los juguetes ahora conformes, y emprendió en vuelo a flote hacia la nada.

sábado, 31 de octubre de 2009

¡Vaya puta borrachera!


Paseo - Estopa

Un paseo, hacia ningún lugar,
damos un rodeo, y entramos en un bar,
parecía tranquilo, se podía incluso hablar,
ponte aquí unos litros, que esto del beber,
es como el rascar, todo es empezar.

Siempre bebemos más cerveza
de la que podemos tragar,
vaya puta borrachera, hemos cogido,
ya no veo de cerca, ni de lejos,
no veo na, de na, de na,
pero pienso, luego aún existo.

Nos reímos solos,
nos reímos con ganas,
no nos da la gana,
de ponernos serios,
de ponernos, de ponernos serios...

Nos reímos solos,
nos reímos con ganas,
no nos da la gana,
de ponernos serios,
de ponernos, de ponernos serios...

Juntamos dos mesas,
porque tan' apunto de llegar,
otros tres colegas,
que tienen otra historia que contar,
pero ese es otro tema,
que con el tiempo ya saldrá.

Ahora tengo un problema,
esto del beber,
conlleva a evacuar,
vuelvo en un plis-plas.

Siempre bebemos más cerveza
de la que podemos pagar,
vaya puta borrachera, hemos cogido,
ya no veo de cerca, ni de lejos,
no veo na, de na, de na,
pero aún pienso, luego aún existo.

Nos reímos solos,
nos reímos con ganas,
no nos da la gana,
de ponernos serios,
de ponernos, de ponernos serios...

Nos reímos solos,
nos reímos con ganas,
no nos da la gana,
de ponernos serios,
de ponernos, de ponernos serios...

Siempre bebemos más cerveza
de la que podemos tragar,
vaya puta borrachera, hemos cogido,
ya no veo de cerca, ni de lejos,
no veo na, de na, de na,
pero pienso, luego aún existo.

Nos reímos solos,
nos reímos con ganas,
no nos da la gana,
de ponernos serios,
de ponernos, de ponernos serios...

Nos reímos solos,
nos reímos con ganas,
no nos da la gana,
de ponernos serios,
de ponernos, de ponernos serios...

domingo, 25 de octubre de 2009

Elegido

Y sí loco, hay gente que nace tocada por una varita mágica que le da un don terrible, inigualable. Maradona con una pelota en los pies, Einstein con una hoja llena de números y letras raras, yo con... bueno, yo soy un buen chico.
La cuestión es que Charly García cacha un escarbadiente con restos de bife en la punta y hace música. Y ni los años, la merca, la abstinencia, la recuperación, la lluvia, ni la concha de la madre de dios se lo van a sacar.
Lo de ayer fue impresionante, y aunque me haya recontracagado de frío, me fuy lleno y contento para casa. No se puede decir que tocó todos sus clásicos por que todavía estaría en el recital, pero tocó muchos de sus clásicos, y de los mejores de los no tan clásicos. Encima es Charly, y no es que va a tener de banda a los Jóvenes Pordioseros. Ah no, él es Charly, y por lo tanto, terrible banda (Negro García López incluido, las estrellas que le salían de la guitarra, un cosmos viviendo entre esas cuerdas, y demás delirios que puedan venirse a mi cabeza pero toda la paja de escribirlos).
Bueno, como para mostrar un poco cómo fue la mano ayer con este muchacho, busqué un video. No es de Buenos Aires, es de Chile. Pero bueno, se escucha y ve bastante bien, son dos de los mejores temas que tocó (bah, imposible asegurarlo, pero tenía muchas ganas de que toque Pasajera en trance) y fundamentalmente... no está todo tapado por la lluvia del orto, jajajaja.

Llorando en el espejo (Serú Girán) - Pasajera en trance

sábado, 17 de octubre de 2009

El subsuelo de la patria sublevado



Pasaban los días y la inacción aletargada y sin sobresaltos parecía justificar a los escépticos de siempre. El desaliento húmedo y rastrero caía sobre nosotros como un ahogo de pesadilla. Los incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos habían dicho que la política de apoyo al humilde estaba destinada al fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo cicatero, desagradecido y rutinario. La inconmovible confianza en las fuerzas espirituales del pueblo de mi tierra que me había sostenido en todo el transcurso de mi vida, se disgregaba ante el rudo empellón de la realidad.

Pensaba con honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17 de octubre de 1945.

El sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir.

Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. El río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su enorme masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que es el anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal.

Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón.

Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón.


Raúl Scalabrini Ortiz

martes, 13 de octubre de 2009

Reflexiones de vida

Jueguemos en el bosque
mientras el lobo no está.
¿Lobo está?

...

¿Viste que no está loba? Callate y seguí chupando.


Bueno, esta es una buena introducción a la próxima reflexión de vida que estoy dispuesto a darles, súbditos de Dios Todopoderoso. Atentos:

1- ¿Se dieron cuenta que Valeria Lynch canta como si estuviese cagando? En algún momento, con mi buen amigo El Paja, habíamos llegado a la conclusión de que Vale poseía un propio estudio de grabación en su pipi room. Y que era la madre (aunque sea espiritual) del gil de Airbag, que también entona desde el trono. Relativo al prólogo de lobos enfiestados, puedo poner un ejemplo de lo que digo subiendo un video de la Tía Vale cantando "Como una loba":


Qusiera que noten, luego del primer estribillo, como por una cuestión de buen gusto del director del videoclip, se evita mostrar el tren inferior del cuerpo sexy y ochentoso de Vale Valeria. Lógicamente se debe a que está yendo de cuerpo. Creo yo que no podría ser más claro. Sus caras, sus gestos, sus movimientos desesperados por momentos, como diciendo "cortate hijo de puta, cortate". Además de esos gritos como el que dice "DONDETUSAAAAAAAAABES", que denotan que un gran espesor recorre el final sistema digestivo de la artista.
Ante tamaña muestra de cultura, vamos con otra enseñanza de vida.

2- Pensaba en la madrugada de este lunes feriado (o sea, el domingo a la noche. De domingo para lunes) que tenía una sonrisa tan grande que llegaba a mis ojos. Le dije eso a mi buen amigo Mein, llegando a la conclusión de que yo tenía ojos leporinos (para quienes no saben qué mierda es eso, les comento que el labio leporino es una malformación que une una fosa nasal con los labios, dejando ese espacio abierto. Es operable). Más luego todo se fue al carajo y terminamos hablando de una vida leporina, donde todo tu cuerpo va caminando en pedacitos que flotan en el aire. Podría parecer espantoso, pero Dalí ya dibujó algo así, y no es tan malo.

Galatea de las esferas - Salvador Dalí

3- Todos sabemos que no es conveniente encomendar una misión importante a alguien que esté fumando marihuana, porque su estado particular probablemente (o casi seguramente) haga que se olvide, o como se dice en la jerga, "cuelgue". Ahora, si se le encomienda una misión importante a alguien que no está fumando marihuana, pero que lo hace luego de encomendada la misión, ya no se puede hacer nada. Y aquí viene mi reflexión de vida: debería existir algo así como "El Efecto Mariposa", pero "El Efecto Marihuana", donde uno prendiéndose un charuto pueda retornar a los momentos donde estaba loco, y corregir los actos olvidados o mal hechos.
Ante el avance de la marihuana en la vida de nuestros jóvenes y la despenalización aprobada por este gobierno montonero que nos toca hoy a los argentinos de bien, yo creo que esta idea podría salvar a la humanidad toda.

PD: ¡¡¡AMBULANCIA, ÉSTA ES PARA VOS!!!

sábado, 10 de octubre de 2009

Hay nueva Ley de Medios

Es graciosísimo. Si Cobos y algún que otro senador del Frente para la Victoria votó en contra de la resolución 125, es todo un ejemplo de la democracia.
Ahora, si el Gobierno K consigue aprobar una de las leyes más importantes de los últimos tiempos con votos que normalmente han sido opositores (como los del Socialismo), se habla de compra de votos, de corrupción, y de la concha de dios.
La nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es algo que viene dando vueltas hace mucho, y eso no es verso. Cualquier puede averiguarlo. Y ahora ya aprobada, tocándole el culo a tantos poderosos, ellos van a seguir trabajando desde las sombras, desde la desidia y la falacia que los caracterizó siempre.
Los gobiernos pasan. Ellos no, ellos siempre manipularon la información, sin importar dictadura o democracia. Y esta madrugada, aunque sea un poquito, se la mandaron a guardar.
Obvio que ya están como locas, que somos chavistas (OH!!! MALA PALABRA!!!), que el Estado quiere expropiar todo, que el capricho kirchnerista no encuentra límites, que el tráfico es un caos, que el país es un caos, que todo es una mierda y que la puta que los parió. Tranquilos, hay que estar tranquilos como Aníbal Fernández, que dio una conferencia de prensa espectacular, según pude ver.
La verdad es que siempre dije que la aprobación de esta ley era algo fundamental, apruebe quien la apruebe. Entonces hoy, cuando llegué a casa y recibí la noticia, me puse muy contento, y una imagen vino a mi cabeza...

domingo, 4 de octubre de 2009

Turra

Es así la muy turra.
Como que te juguetea,
te acaricia el aire
por que es gratis,
por que nadie se lo impide.
Nadie te la impide.
Como que te tiene ganas,
a vos y a todos.
Y a veces,
de tan frustrada
que nadie la quiera,
te come la boca de una.
Y deja a todos con la boca abierta,
como sin entender nada,
porque no hay nada que entender.
Como que la turra parece que sabe
quién vale,
quién no.
Y se busca a los grandes,
se busca a los que no merece.
Y no es boluda,
te deja bailando con los más feos
mientras ella se acuesta
con los que valen,
con los grandes,
y con sus deditos les hace mimos.
En la panza,
en el pecho,
en la cara,
hasta que cierran los ojos.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Sobrecitos de azúcar

Puso su mano sobre la barra dorada vertical y empujó, como cada día. A pesar de lo rutinario de su entrar y salir del bar, su timidez y trato algo seco apenas si le hacían saludar al mozo que le servía todos los días.
- Un cortado.- dijo, como cada día, aunque sabía que el mozo conocía su pedido. Lo que pasa es que decir "lo de siempre" hubiese cambiado esa distancia que prefería mantener. El mozo sólo atinó a asentir suavemente, como cada día, y se dio vuelta, comenzando a caminar, rumbo a la barra para hacer el pedido.
Tobías empezó a mirar a la gente que, como cada día, compartía ese pequeño descanso en el horario de almuerzo, en aquel bar paqueto pero humilde de San Telmo. Desde su mesita comenzó el recorrido de cada día: el cincuentón pelado que leía diario La Nación totalmente desplegado sobre la mesa, sosteniendo el capuccino con su mano izquierda; las tres solteronas (o eso creía) que rozaban los cuarenta, sacando cuero a cuanto ser viviente pasase cerca de la ventana; la pareja que se había decidido a romper sus sendos matrimonios para aclarar de una vez por todas su amor... o algo así, ja. Inventar historias de la gente que ni conocía era quizás el pasatiempo preferido de Tobías. Esa era tal vez la expliación a su poco afecto a la sociabilidad. La vista siguió su camino, se encontró con una bella mujer sentada junto a la ventana... ¿La bella mujer junto a la ventana? ¿Desde cuando compartía el rito del bar? Ella había llegado para romper tanta rutina, darle al"como cada día" un significado obsoleto.
Apenas que alcanzaba a verle una parte de su cara, algo del perfil nomás. Por eso examinó el resto de su figura. Elegante. Muy elegante. Traje con pollera, negro con finísimas líneas grises. El saco estaba colgado de la silla por los hombros, lo que dejaba la camisa rosa a la vista. Zapatos negros, sobrios, con algo de taco, lo justo y necesario. Sin dar demasiado tiempo para ser observada, ella giró la cara para llamar al mozo. Su pelo negro y ondulado flameo levemente, sus ojos oscuros estaban apenas maquillados. Una lástima que no dejó ver su sonrisa. Apenas levantó la mano haciendo la universal seña de "la cuenta mozo". Tobías esperó la vuelta del mozo para escuchar la única palabra de la nueva belleza. "Gracias" atinó secamente. Tomó la cartera de la mesa, luego el saco que llevó bajo el brazo, y se fue. Volvió a pasar por la ventana de la que hasta hacía segundos había sido su mesa. Lindo caminar tenía, parsiomonioso. Se perdió después de la última ventana del bar. Tobías terminó absorto su cortado, pidió la cuenta y volvió al trabajo.

Puso su mano sobre la barra dorada vertical y empujó, como cada día, o con algo más de ímpetu quizás. Dirigió la vista directamente a aquella mesa pegada a la ventana. Similar conjunto al de ayer, esta vez traje color beige, remera negra lisa, algo de escote. "Bastante bien" se dijo en voz baja Tobías, sin querer levantar sospechas. El cincuentón leía La Nación, como cada día; las tres solteronas (o eso creía él) chusmeaban, como cada día; La pareja reía cómplice, como cada día; y él, como nunca, cambió de mesa. Pegada a la ventana, la última del bar, justo detrás de la mesa de ella. No iba a poder verle la cara, pero si no se daba vuelta, como él sospechaba, iba a poder analizarle los movimientos, las costumbres, pensar qué hacer para acercarse.
Pero era difícil. No leía nada, no hablaba por celular, no parecía esperar a nadie, y daba la sensación de tener la vista fija en un solo punto en el vacío, como mirando atentamente a la nada. Es cierto que al verla de atrás era complicado afirmarlo, pero daba toda la sensación. No giraba la cabeza en lo más mínimo, y ni siquiera se inclinaba para tomar su cortado, sino que empinaba el brazo hasta que el líquido cayese a la boca. Al igual que el día anterior, pidió la cuenta y se fue. Seguramente empezaría a tomar el hábito de ir todos los almuerzos a aquel bar. Porqué no lo había hecho antes, Tobías no lo sabía. Tal vez tenía la misma costumbre en el bar que había cerrado en la otra cuadra. Cuando salió, pasó por la ventana, dejando ver de cerca su contoneo, con su mirada igual de perdida a como lo sospechaba.

Puso su mano sobre la barra dorada vertical y empujó con decisión, mucha más que ayer. La estrategia era cambiar de lugar, volver a sentarse junto a la ventana, en una mesa contigua a la de ella, pero del otro lado, cuestión de verla de frente. El sol traspasaba la ventana, le pegaba justo, la alumbraba, dejaba verle todos los detalles.
Ese día llevaba rodete. Tuvo la posibilidad de analizar pacientemente su mirada perdida, como cada día. Sus ojos marrones efectivamente se esfumaban en un punto fijo en el aire de aquel bar. Unas arrugas tímidas, y poco visibles si no era con detalle, asomaban al costado de aquellos ojos que no desnudaban nostalgia ni alegría. Los labios le brillaban sutilmente, como todo en su cuerpo. La nariz, levemente aguileña, encajaba justo en todo el contexto.
Tobías se dedicó todo el almuerzo a buscar llamar la atención de la todavía desconocida. Se puso a leer unas páginas de "La insoportable levedad del ser" de Milan Kundera, un libro que le interesaba nada, pero que ya en el título daba un aire intelecutaloide similar al que ella irradiaba con su seco actuar. Fingió toser, canturreó todo tipo de músicas para ver si le llamaba la atención, hasta tiró disimulada y voluntariamente una lapicera cerca de ella. Se levantó a buscarla, le soltó un "perdón" tan inocente que daba lástima, a lo que ella respondió con una casi imperceptible sonrisa de compromiso, sin dignarse a mover la vista hacia un desesperado cuasi púber Tobías.
Al final, como cada día, ella pidió la cuenta. Él sintió que ya todo estaba perdido. Como cada día, ella se levantó, tomó el saco del respaldo de la silla (tanto se había concentrado en mirarla a la cara que ni había visto el conjunto gris con camisa roja, combinando ridiculamente con los zapatos), aunque no lo puso debajo del brazo, sino que se lo colocó. Comenzó a caminar, y al pasar por al lado de Tobías le dedicó un "hasta luego" que hizo sangrar los tímpanos del pobre hombre que tardó segundos, minutos eternos en caer en el saludo.
Suficiente señal para Tobías. No todo estaba perdido.

Puso su mano sobre la barra dorada vertical y empujó con decisión renovada, peligrosamente definida. La caída del ánimo fue como un elefante arrojándose al vacío en las Cataratas de Iguazú. No estaba. Ni en su lugar típico ni en ningún otro. Tobías dudó si sentarse, si huir, si gritar, si tomar una silla y partírsela en la cabeza al mozo (que ese día tenía más cara de pelotudo que de costumbre), si prender fuego todo, si... si nada. Unos pasos; mejor dicho, esos pasos tan justos y parsiomiosos, penetraron en el murmullo quieto del bar.
Tobías se dio cuenta que en el apuro de volver a verla, había adelantado quince minutos su horario de almuerzo. Con el corazón todavía golpeando duro y parejo, se sentó en el mismo lugar de antes, de frente a ella.
- ¿Qué tal?- dijo con decisión algo dudosa.
- Hola, buen día.- dijo ella, apenas mirándolo. Algo que Tobías vio como una sonrisa dulzona se dibujó en aquella cara; aunque para ser sinceros, los ojos de Tobías en ese momento echaban azúcar para todos lados.
- Empezaste a venir todos los días al bar. Antes no te veía. Digo antes por que yo vengo siempre. Todos los almuerzos aprovecho, prefiero un cafecito tranqui a tentarme y comerme una napolitana con fritas. Imaginate, si todos los mediodías ando con eso, salgo rodando, jajaja.
El monólogo fue tan torpe, obvio y desesperado, que hasta él mismo se dio cuenta al terminar esa risita idiota. De haber estado solo, se hubiera golpeado la frente con un cucurucho de helado de frutilla.
- Ja, sí. Tal cual.
Fulminante. Un rayo. Como miles y miles de volts golpeando todo el cuerpo de Tobías en una descarga única y certera. "Ja, sí. Tal cual". Respuesta seca, horrible, decepcionante. Digna de hacer sentir a uno cuan basura inservible.
Ambos terminaron sus cortados encerrados en sus propios pensamientos. Ella no parecía muy preocupada, ni siquiera influenciada por lo que había pasado hacía minutos. En cambio, él era una piltrafa, una pseudo persona. Se rascaba la cabeza, la barba, los brazos, las piernas, metía su índice derecho por entre los huecos que se forman entre botón y botón de la camisa para rascarse más efectivamente el pecho. Tan encerrado se quedó en su fracaso, que el tiempo se consumió. Ella pedía la cuenta, levantaba su saco negro rayado, como el del primer día, para cubrir su camisa rosa, como la del primer día, estiraba sus piernas y disponía la retirada, la cruel huida. Tobías sólo tuvo fuerzas para una pregunta:
- Perdoná, ¿Tu nombre?
- Oriana.- recibió de respuesta al pasar, ya sin sonrisas. Ni falsas ni verídicas.
- Qué lindo nombre.- acotó él. No hubo respuesta.

Puso su mano sobre la barra dorada vertical y empujó, tan abúlicamente que con suerte alcanzó a abrir para entrar al bar. Volvió a ir quince minutos antes, pero hoy retornó a la mesa ubicada a espaldas de Oriana (sí, era un lindo nombre). Hoy era el último día de la semana, Tobías lo tomó como una última chance, aunque su actitud no hacía ver eso.
Pasaron cinco, diez, quince minutos. Todavía podía llegar. Veinte, veinticinco, media hora.
Tobías pidió la cuenta, resignado a no ver ningún trajecito, a no tener ni la esperanza de ver una sonrisa. Triste, como cada día hasta aquel en que la vio por primera vez, se levantó y se fue del bar, sin saludar a nadie, con el cortado vacío y los sobrecitos de azúcar cerrados.

martes, 15 de septiembre de 2009

...

Sí, el título es por que todo esto no tiene ningún sentido oculto, onda "lo que quise hacer con estos dos videos fue demostrar fehacientemente la opresión de los medios sobre los pueblos originarios de Sudáfrica, sustentados en bases secretas en Djibouti. Pretendo dar a entender un mundo como el del Fifa '98 Road To World Cup, donde el más pequeño podía darle batalla tranquilamente al más grande (Efectivamente yo salí Campeón con Vanuatú, en nivel Internacional. Un groso el pibe.)"

Los dos videos estás bárbaros y punto, no hay nada más que decir.

...

Bah, sí hay algo: ¡¡¡Viva Perón Carajo!!!

Spider from Qoob TV on Vimeo.


Para descomprimir un poco tanta tensión:

Love Sport - Paintballing from Qoob TV on Vimeo.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Desequilibrio y desconcierto

Nunca muere, círculo de mierda,
no empezó y nunca cierra,
sólo abre heridas de guerra
de un tiempo anterior.

Es inútil todo el chamuyo,
eso que ésto es algo suyo.
Ya no puedo con mi orgullo
y quiero la solución.

No debería serme nuevo
verme que no voy de malevo,
que no como todo con los huevos
para estar mejor.

La solución está en otra parte,
pero yo no puedo escaparme,
de este asunto, de esta cárcel,
de este amor.

No quiero sentir que ésto
deja mis fuerzas sin resto,
volver a sentir que apesto
y muero en un zanjón.

Hoy quiero aceptar los abrazos,
no negar a quien tengo al lado;
nunca más ese cariño escaso
que tanto lastimó.

domingo, 6 de septiembre de 2009

7

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.


Rayuela - Julio Cortázar

domingo, 30 de agosto de 2009

Ley de Medios

¿Alguien duda de mi posición?
Qué lindo es verlos gritar como locas, qué asco me da verles tanta impunidad a esos hijos de puta dueños de la palabra.

¿Libertad de prensa es tener que trabajar con alguno de los 4 poderosos (aliados entre ellos), dueños del 90% de los medios, para no quedarse sin trabajo? ¿Cuántos periodistas están quedando fuera, sin palabra, por no ser del gusto y la conveniencia de los monstruos?
¿Libertad de prensa es poder decir, tirar al aire, cuanta barrabasada venga a la cabeza con tal de cuidar el culito?
¿Libertad de prensa es haber apoyado (o al menos callado complacientemente) a los mayores represores y censuradores de la palabra que hubo en el país?
¿Libertad de prensa es cerrar espacios de expresión que te tiran en contra? ¿Qué pasó con el blog "Qué te pasa Clarín"?
¿Libertad de prensa es que hayan desaparecido de los medios famosos con opinión favorable a un gobierno que toca los intereses de los grosos de la prensa?
¿Libertad de prensa es decir que si D'Elía hace un piquete es violento, pero si el campo corta rutas es por "la bronca acumulada" de no poder seguir juntando dólares en tractor?
¿Hay censura desde el gobierno a la prensa en Argentina, teniendo en cuenta que casi todos los diarios que agarremos van a ser una biblia de críticas inconsistentes contra los K?

Están como locas, y están en su etapa más peligrosa, buscando voces en todos lados. Piden que se vote después del 10 de diciembre (¿Qué les pasa?, ¿están nerviosos?).
Dicen que es una ley que viene de la bronca, un manotazo, cuando la verdad es que viene en discución desde hace mucho tiempo.
No paran de gritar que esto destiñe de chavista. Claro, Chávez es el gran demonio que ataca a la prensa y a la libertad de su país. Sólo fue casualidad que un diario venezolano haya instado a matarlo.
De paso, como son hijos de puta pero no boludos, juegan con el jueguito de "la enorme cantidad de periodistas que perderán su trabajo". No vaya a ser cosa que se abra el abanico.

En fin, acá está el proyecto que seguro tenga cosas por mejorar, por agregar, pero es un paso enorme para terminar el monopolio de quienes rieron chochos en momentos como el 55 o el 76, de quienes cerraron el upite cuando vendían al país.

sábado, 22 de agosto de 2009

Sueño macabro

Despertó desesperada. Tuvo una sensación horrible. Se levantó y casi corriendo fue a buscarlo a su camita. Ahí se veía un bulto que suavemente subía y bajaba, emulando algo similar a una respiración. Había poca luz en el ambiente, no distinguía bien y su sensación no mejoraba demasiado.
A pasos silencisos se fue acercando. Apenas veía un poco de pelo que sobresalía de las fronteras de la parte superior de la sábana. En un arranque poco comprensible, y con un movimiento que casi ni sintió, corrió las sábanas. Él seguía de espaldas. No era entendible, pero todo seguía siendo turbio. Un remolino de murciélagos se revoloteaba por fuera de la ventana, aunque alguno de vez en cuando traspasaba el vidrio y le aleteaba en la cara, sin que ella reaccionara.
Lo levantó como a un muñeco y lo miró a los ojos. Parecía un muñeco, sin dudas. La boca sin gesto, los ojos sin mirada... y de repente estaban los dos abrazados llorando en el suelo.
Pero alguien se lo robó, esa era la sensación espantosa. Alguien al que ella no vio robó al niño, se lo esfumó de los brazos como un algodón de azucar en el calor de una boca, como ese vendaval de humo que sale después de una pitada.
Volvió a la misma sensación de antes, aunque el peligro ya estaba tristemente consumado. Comenzó a buscar pistas para encontrarlo. Había pistas en cada rincón de la casa, todas eran posibles evidencias de algo que acercaba a la aparición. Volvió a encontrarlo, paradito, nuevamente sin expresión. Lo alzó y echó a correr.
Cruzó una puerta y se acercó a una ventana que le era conocida, en un sexto piso, con rejas. Como siempre, se asomó un poquito a ver el vacío. Un escozor le navegó la columna en todasdirecciones, y la sensación asquerosa de siempre se le trepó y lo volvió a hurtar de sus brazos. Una vez más, las pistas carentes de razón la llevaron al lugar correcto.
Volvió a atravesar una puerta, salió a un campo verde y lo encontró. Ahora más frío, con menos expresión inclusive. Duro y plano como una piedra y con su nombre (que no se veía) escrito.
Despertó con una sensación desesperada, y retomó el ciclo como si nada hubiese pasado.



(A veces me preocupo de lo que sueño)

miércoles, 12 de agosto de 2009

Zapping

A ver qué hay en la tele...


"Tenía patas cortas pero macizas y potentes..."
"sus dientes estaban preparados exclusivamente para la masticación de vegetales..."
"una potente caparazón le cubría el lomo, teniendo así una potente defensa contra los predadores de la época..."
"sumado eso a la extremidad de la cola, similar a un martillo, que blandía para dar potentes latigazos..."
"El Ankylosaurio vivió así durante el período Jurásico..."


Aburrió el Discovery. A ver qué más hay...


"¡Brazo extendido!"
"¡Puño cerrado!"
"¡Dedos arriba!"
"¡Hombro fruncido!"
"¡Pie de pingüino!"
"¡Y chu chu ua...!"
"¡chu chu ua...!"
"¡chu chu ua...!"
"¡ua...!"
"¡ua!"


No, ésto es para chicos. ¿No habrá alguna película? Ah, ésta pinta buena...


"¡Soldados! ¡El traidor de Tiburoncín planea asediar nuestra ciudad! ¡DEBEMOS DEFENDERLA CON ALMA Y VIDA!"
"¡Sí Comandante Marolio! ¡Lealtad al Comandante Marolio! ¡MMMMMMM QUÉ OLIO!"

"Comandante Marolio, nunca podrás resistir los embistes de mi fiel infantería..."
"y mi poderoso ariete"
"¡MUAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJA!"
"Comandante Tiburoncín, ya veo las murallas enemigas"


"Soldados, quizás vivamos nuestra última batalla. ¡Pero debemos defender a la ciudad que tanto nos ha dado! ¡A POR ELLOS!"
"¡Ya están atacando la entrada a la ciudad!"
"¡MUERE MALDITO!"
"¡Oh sí! ¡Lo hemos derrotado! Pero... ¡Oh no! ¡TRAEN ARTILLERÍA PESADA!"
"¡CATAPULTA!"
"¡NO!"
"¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!"
"¡La pagarán bastardos!"
"¡Al ataqueeeeeeeeee!"
"OAAAAAAAAAAAAAAAAAARRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRGGGGGGGGGGGGGGH"
"Hemos triunfado, pero Ricardo ha caído en combate. ¡Qué pérdida tan irreparable! ¡Ricardooooooooooooooo!"
"No has conseguido nada Marolio. ¡Ataquen de nuevo con la catapulta!"

"¡Han derribado la muralla! ¡Y Tiburoncín viene por nosotros! Es la resistencia final."
"¡Sientan la ira de Tiburoncín, súbditos!"
"¡Ahhhhhhhhhhhhh! ¡Sangreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!"
"¡HIJO DE PUTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!"
"¡Plantate rati puto botón kovany la concha de tu madre!"
"¡Comete esta gato!"
"¡Tiburoncín me ha herido de muerte! Oh, el dolor..."
"Te pego con el orto gil"
"Oghhhh... la sangre brota, veo la luz... oghhhh"
"¡¡¡VICTORIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!"
"¡¡¡EL TESORO DE MAROLIO ES TODO MÍO!!! ¡¡¡MMMMMMMMMMM, QUÉ OLIOOOOOOOOOOO!!!"


Nah, la tele sigue siendo una mierda.


Atte: Mi Niño Interior (o exterior, qué sé yo).